lunes, 19 de julio de 2010

Donde mi lenguaje no tiene ningún sentido

Lo primero que pensé fue siempre encuentra uno alguien que hablé español. De repente vino a mi mente aquel puente que cruzaba el bus y llevaba todas las señoras mexicanas hasta Twin Falls. Ya sabía que en Bangkok iba tener problemas de comunicación.

No esperaba un día tan gris y menos ríos turbulentos color chocolate. No importaba mucho, era nuestro primer viaje.

Cae la noche y estamos en el lado equivocado del puente donde atracan los barcos. Las lanchas no pueden llevarnos al otro lado. Los demás turistas se las ingenian para devolverse. Es momento de empezar a preocuparse.  Ryan, voy a tratar de cruzar.

Sobre el puente desborda el agua que corre furiosa y cae sobre el río. No importa de dónde viene, la inundación no da tregua y el colapso es inminente. Un pretil se asoma entre los torrentes de agua y algunas barandas pueden servir para agarrarse, mientras un desconocido trata de desviar inútilmente el agua con una vieja escoba.

Brinco como puedo sosteniéndome hasta llegar al otro lado. Lo logré.  Aún no sé dónde estoy, las gradas están sucias y las señoras mexicanas están limpiando. Me recuerdan las trabajadoras de Idaho, en todo lugar del mundo hay mexicanos, hasta en Tailandia. Gracias a ellas sé cómo regresar al hotel Rimma TenPack. Justo bajando las gradas sobre la calle pasa el bus número diez. Ese me lleva directo.  

Saliendo hay muchas luces, tiendas, rótulos de neón. El taxi me lleva tranquilo en una ciudad que no conozco,  donde mi lenguaje no tiene ningún sentido.

Acerca

Una bitácora pública de sueños.