domingo, 20 de junio de 2010

Maya en el Mar

Recuerdo haber estado en aquella inmensa playa, desolada, extendida hasta el infinito. Caminar despacio por la arena, casi en cámara lenta. Recuerdo las violentas olas, el fuerte viento y al fondo el contraste azul entre océano y el cielo.  Me desconcierta pero me gusta.

Lejos veo a Lourdes. Viene con su perrita Maya en brazos, nos saludamos, nos abrazamos. Cuenta que siempre va al mar con Maya.

Le digo que es peligroso, el mar golpea fuerte y adentro las olas revientan.

Ella insiste “Maya siempre se baña en la orilla, le encanta” ¿qué puedo o decir? Mis ojos bastan.

Mojo mis pies en la orilla, Maya me sigue y juega. Pero el mar empieza a subir, la playa deja su planicie separándose como un acantilado.  Subimos rápido apoyados en la arena, justo al borde dónde el mar no da tregua.

Estamos a salvo pero angustiados por Maya ahora perdida en la inmensidad. 

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Una bitácora pública de sueños.