miércoles, 30 de marzo de 2011

Donde empezamos aquella mañana

Recién amanece y nos levantamos para tomar el bus a las playas chilenas. Estamos los tres, él, Ryan y yo en un hostal de Perú o Bolivia. Vamos a tomar varios buses de ruta con gente del lugar. Vamos como locales y claramente sabemos cuáles son los tres buses distintos que debemos tomar. En un momento caigo en razón que Ryan y él se han bajado, como siempre despistado seguí hasta darme cuenta que iba solo.  

Decido bajar en la siguiente parada para devolverme en el siguiente bus, y veo un ciudad que me recuerda Juliaca; con calles de tierra, repleto de polvo, piedras, edificios de barro y una sensación de abandono. Subo a otro bus, nuevamente equivocado, vuelvo a bajar ahora preocupado por el cómo nos volveremos a encontrar.

Llegué un sitio arqueológico colmado de unas casitas miniaturas y doce campanas de gran tamaño que cuelgan juntas y les atraviesa un camino infinito de piedra donde una vez al año se prende una línea de fuego que baja de la montaña de un volcán.

Hay niños jugando alrededor y entre las campanas. Noto que una que lleva escrito mi nombre, yo mismo lo hice diez años atrás. María se arrima y, como si nadie más supiera, en voz baja me explica al oído el simbolismo de aquella en especial.

Camino un poco hasta una gran casa. Aunque no sé el por qué, para seguir el viaje quiero un paño y una colchoneta. Una mujer desconocida amablemente busca mientras espero en un balcón. Se puede ver todo el paisaje y a lejos sobrepuestas un océano de montañas. El cielo negro cargado de lluvia oscurece el día y al final del horizonte donde se pierde la tierra hay un claro de luz que asoma un rabito de sol color rojo intenso. Dentro de mi esa sensación de estar perdido, invadido por la zozobra y la incertidumbre mientras pensaba con mucho miedo y desconsuelo cómo iba encontrar otra vez después de tantas horas de viaje Ryan.

Ante tal circunstancia creía que mi mente podría hacerle sentir en la distancia que solo podíamos devolvernos al lugar donde empezamos aquella mañana.

Acerca

Una bitácora pública de sueños.