lunes, 26 de abril de 2010

Mermelada

Islotes pequeños que forman una ciudad cosmopolita, tal vez Miami. Entre cada pequeña isla hay un puente, ancho, de piedras de cemento pintadas de blanco. Paralelo corre una acera sobre el agua que conecta electricidad a cada isla.

Ahí queremos quedarnos, sin pagar la electricidad. Sobre el extenso puente camina la gente, hay alguna celebración o feria. Mientras, salto de isla en isla tratando de no caer al agua sobre la acera paralela, es peligroso.

Queremos quedarnos, sin pagar. En la última isla hay una torre redonda, comunicada con un segundo nivel por medio de unas gradas de caracol que bajan. Abajo hay un hueco, hay velas prendidas. Un grupo de unas cinco personas negras está ahí, ¿sacerdotes? Al menos uno lo es.

A cargo de ese grupo de sacerdotes está ella. Despreocupada recibe la llamada en su celular, a él lo mataron. A un negro lo han matado tratando de robar la electricidad, yo sé. A ella le cuentan que le han hecho trizas; mientras veo en manos de alguien como le han convertido en una mermelada amarilla, envasado en un recipiente trasparente de vidrio que exhibe su cabeza en dulce conserva. Me perturba, me asusta.

Pienso, no vale la pena arriesgar y sufrir algo semejante por robar electricidad.

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Una bitácora pública de sueños.