domingo, 21 de marzo de 2010

Recurrente 2

El piso siete, o tal vez el ocho. No estoy seguro. Es bien tarde en la noche y estamos en clases. ¿Quiénes son? Son de colegio y de universidad, pero no reconozco a ninguno. No quiero estar ahí. Pienso que el otro semestre escogeré otro curso mejor. Creo que el profesor me ve con malos ojos. Estoy afuera del aula, dónde hay una terraza y se ve la ciudad. Hay otras clases, más abajo del edificio. Tomé un poco de pliegos de papel periódico, los enrollé en especie de corneta o megáfono, lo puse en mi boca y empecé a hacer muchos ruidos. Ruidos hacia la calle, hacia abajo, hacia el aula. Todos mis compañeros están molestos. El profesor sale, se dirige a mí y dice, por mi culpa, ha suspendido la clase.

Creo que nadie me quiere, creo que todos me odian. Pero no me importa. Recogemos las cosas del aula y bajamos al vestíbulo del edificio. Todos llevamos equipaje. Unas compañeras dan lastima, con su ropa de moda, sus uñas pintadas y sus cabellos lacios perfectos, pipis. Van llegando varios taxis a recogernos. No quiero ser cordial y trato de irme en el primero. Les molesta, soy poco caballeroso. No me importa. Una de ellas se adelanta, abre la cajuela del taxi y se toma su tiempo para colocar sus cosas. El taxi se va sin esperar que ella termine. Ella grita, que ingenua, me da risa.

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Acerca

Una bitácora pública de sueños.