Iba cerca de las montañas de Cartago en un carro con dos compañeras de trabajo. De camino se podían sentir sismos pequeños. Podían ver gases que emanaban. Llegamos a un lugar que era un hotel o albergue. Estaba ubicado justamente en el cráter de un volcán. No obstante cuando llegamos las personas que iban a mi lado era mi familia y no mis compañeras de trabajo. Nos bajamos del carro, caminamos por los alrededores y sentía la impresión de un ambiente muy familiar. La vegetación era típica de un volcán, muy seco, árido, con olores a azufre. La verdad no era un lugar muy elegante, era más bien rústico muy a lo “tico”. Luego justo cerca del cráter había una explanada y al lado unas “cabinas” que tenían. Todas tenían un portón, estaban abiertas y había gente dentro. Todas tenían vista al cráter. Yo estaba perplejo, no podía creer que gente viniera a dormir aquí sabiendo que el volcán era sumamente activo y que podía causar erupciones en cualquier momento. La gerente del hotel nos estaba mostrando el lugar. Mi hermana y mi mama iban por un lado, mi hermano y mi papá estaban por otro lugar y mi sobrino corría. Le estábamos diciendo que no se acercara al cráter, que era muy peligroso, el volcán estaba activo. En un instante cuando estábamos cerca mi sobrino se acercó y cayó al cráter. En el sueño tuve una sensación terriblemente desgarradora. Lo tomé de una pierna y cuando lo iba sacando era como llevar un muñeco en mis manos y no lo podía creer. Estaba rígido, como de plástico, estaba muerto y no había nada que hacer. Desperté con una angustia tremenda.
lunes, 22 de junio de 2009
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Una bitácora pública de sueños.
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