domingo, 15 de mayo de 2011

Rápido, casual

2.
Cerca de Radio U me encuentro al caballero de bigotes. Nos saludamos, mañana sale dos días por primera vez para Los Ángeles. No puedo evitar los recuerdos seguidos de un par de consejos de aquella ciudad. El tiempo es insuficiente, tanto que me comprometo a enviar por mensaje más detalles.

Sólo cien metros más allá me encomiendo a la necesaria y ardua labor de escarbar libros en Nueva Década. El de Hobsbawm, ese me tiene especialmente inquieto hace días. Estoy tardísimo para la clase de fotografía.

A la salida en medio de la librería unos pupitres. Toda la clase sentada, el profesor al frente, Montserrat al lado. Me acomodo adelante, el profesor está emocionado, en un par de horas hay una ceremonia donde recibirá  su quinto Doctorado. En eso gasta el tiempo, hablando mientras Monserrat se deshace en elogios. El resto de la clase está distraída, desinteresada y ajena a la conversación.

De repente siento su cabeza suavemente recostada sobre mi hombro, bajando por el brazo. Me sorprende, no me incomoda, me gusta. La clase pensará raro, no me interesa. Salimos juntos lejos de la universidad. Nos miramos, como siempre, directo a los ojos. Los labios actúan en silencio. Fue tan rápido, algo casual, como esos amigos que se quieren mucho.  

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Acerca

Una bitácora pública de sueños.