La marea empieza a subir, huimos en medio de una interminable fila de palmeras. Mientras corremos sobre la dorada arena, veo el mar profundamente turquesa y sus enormes garras de olas de espuma blanca que rodean una especie de península. La playa se deshace en mis espaldas a pedazos como un acantilado. Al otro lado todo vuelve a la calma. Al final unas señoras están en una casa protegiendo su piel del fuerza sol con bloqueador solar
sábado, 7 de mayo de 2011
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Una bitácora pública de sueños.
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